Conclusiones
Después de un par de horas de meditarlo el pequeño niño de ocho años llegó a su segunda conclusión: el día, a pesar de todo, es hermoso. Y resintiendo el entumecimiento de sus piernas se puso de pie, tomo impulso y con todas sus fuerzas escupió al cielo.
Segundos después de aquella acción notó que a su regreso, aquel escupitajo, se veía acompañado de algunas gotas de lluvia. –Claro, no me sorprende que des la cara hasta ahora!!!!- dijo el pequeño y regresó a sentarse sobre la tumba de su madre.
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